1999.09.27 Merce Festival, Placea Del Rei

 
SETLIST
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CONCERT NOTES
The square where the concert were held is an open area and  there is a set of steps in corner of the square just
behind the band where Ferdinand and Isabella stood when they welcomed Columbus home from the New World.
 

CONCERT REVIEWS

Beth Orton endulzó la noche
LUIS HIDALGO Barcelona 27 SEP 1999

Estaban tocando Los Enemigos en el Moll de la Fusta y una traca lanzada por los diablos del correfoc llenó el cielo de estampidos. Josele, el cantante de la banda, miró de reojo y siguió cantando. Acabada la pieza, Fino, el bajista, dijo: "¡Joder!, con tanto cohete parecemos los Suaves o los Stones". Más tarde, el inicio de los fuegos artificiales se solapó con otra canción de Los Enemigos, que entre la contrariedad de un público que no estaba para pirotecnias tuvieron que concluir su actuación sin que sonasen piezas como Septiembre y Antonio. Anécdotas, sólo un par de anécdotas de un festival, el BAM, que cabalga sobre las fiestas de la Mercè y que cuando el sábado ya era domingo concluyó tras tres días de conciertos. A Los Enemigos se les fastidió un tanto el suyo con eso de los fuegos, y tuvieron que marcharse justo cuando el público comenzaba a entrar en su propuesta, un rock macerado en alcohol cantado con una voz que sale de las tripas. El cuarteto madrileño, mejor en las cortas distancias que en los grandes escenarios, se despachó con su habitual turbulencia guitarrera, un carnal prolegómeno para lo que luego vendría en la plaza del Rei, espacio que el BAM destina a los artistas sensibles o con problemas. Fue por ejemplo el caso de Astrud, el dúo más controvertido del pop nacional. Manolo, camisa blanca y escarapela negra, no sonrió en toda la actuación, y cantó los temas con ese rictus de empolloncete que responde preguntas en un examen de latín. Tras él Genís sudaba actitud, bordándola en la sublime gesticulación que acompaña a Bailando, junto a Esto debería acabarse aquí y Cambio de idea, las piezas más celebradas del concierto. Con la complicidad de un público que conocía el percal, Astrud superó el cliché de banda que sólo sabe hacerse buenas fotos, y dejó en la plaza del Rei un buen sabor de boca. Entretanto Dorantes se acercaba al flamenco de cámara en la plaza de la Catedral y ante un público más bien pasmado dejaba ir su piano por una senda flanqueada por cuerda, cajón, percusión, saxo, flauta y contrabajo eléctrico. Un abultado equipaje en las antípodas del que luego necesitó Yann Tiersen para encoger la música hasta su mínima expresión. Tocado por ese ángel que ilumina a artistas como Pascal Comelade, Tiersen alternó guitarra, acordeón, violín, piano y teclado de juguete para elaborar un pop exquisitamente francés que enmudeció a la plaza del Rei: canciones resueltas con cuatro pinceladas minimales, melodías sugeridas y detalles escénicos. Si Astrud fue la cara mundana del BAM, Tiersen devolvió al público a las penumbras del alma. Y al alma también apuntó Beth Orton en su estupendo concierto. La cantautora inglesa regaló en Barcelona un repertorio alimentado con espléndidas canciones como She cries your name, Stolen cards, Sweet decline, So much more y Central reservation, piezas en las que palpita un eco de Joni Mitchell que Orton no deja que se convierta en mimetismo. Pálida y filiforme, la inglesa dejó entrever timidez, una timidez que se difuminaba cuando comenzaba a cantar. Y es que Beth Orton no sólo es buena compositora, sino que además tiene una voz hermosísima y cálida que mantuvo en vilo al público. Y ya como despedida, la traca final tuvo el sabor del techno todo a cien de Kenny Larkin, quien descubrió que la base del Jingo de Santana también puede maquillarse con electrónica. Pese a que su set resultó demasiado manido y lleno de lugares comunes, el público se abandonó al baile celebrando cada acelerón rítmico del norteamericano con el tradicional enarbolamiento de brazos. Y a eso de las cinco, cuando más lanzada estaba la gente, se acabó la música. Y es que Barcelona es una ciudad tan contenida que ni en su fiesta mayor se permiten más licencias de las estrictamente necesarias.

 

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